26 de abril de 2012

Y que esta vez, para siempre.

La fiebre de un sábado y un domingo con lluvia. Sube como los extractos del opio, en un organismo heroinómano. Baja de manera amarga como el frio por la garganta, como la lluvia incesante de domingo. De arriba hacia abajo. La nostalgia y los recuerdos van y vienen en un tobogán de la noche sin analogías sobre vos, sobre mí. Sobre nadie.
No somos dueños de nada, ya nada importa en el infierno permanente que hoy es el mundo. Soy mis propios anticuerpos, corrosivos ante tu oxidación, ante tu derrame de dignidad y orgullo. Inflamable a tus recuerdos, erradicados con cada noche, con cada suspiro, ante cada tormenta. El pasado me bombardea como ejército ante plena guerra, con una salvación para recuperar las neuronas oprimidas por años bajo el estado de tu presencia, de tu anarquismo. Soy una simple mujer que escupe límites y verdades cada vez que roza tu piel entre sábanas. Mientras abandona su complejo de mujer pasional.
Soy un río calmo con toques complejos de rebeldía, de tirar la piedra y empezar a esconder las manos. De no quererte los días soleados. Soy los puntos suspensivos de cualquier historia, soy el punto final de la tuya. Insúltame por insuficiente, por mujer atontada a unas simples cosquillas, ódiame por indecisa y olvídate de mí, esta vez... para siempre. Soy, una mujer aberrante a tus estímulos de hombre fatal, a tu inconsciencia ante la superación. Vos vola, que aún te queda muchos infiernos por conocer que nosotros no somos culpables de lo que pasa al rededor, tanta mentira fundiéndose en verdad. Tanta llama quemando el placer, dos hormigas entre tanta inmensidad.

8 de abril de 2012

Te odio, por quererte tanto.

Por todo lo vivido y lo que quedaría por vivir. 
Porque 2 años no son nada, y porque comprobamos más que nadie en el mundo
que después del huracán, siempre viene la calma.
Y que algo eterno, nunca acaba. 
Te quiero siempre, Pipi. 
Felices 730 noches de insomnio y tormenta, de sonrisas pacificas. 
Felices 2 eternos años.